La Participación «activa» de la asamblea en la Liturgia (Parte IV)

Participación “activa” de la asamblea en la Liturgia (Parte IV)

Por Sor Beatriz Alceda, O.I.C.

Continuamos con nuestras estrategias para la liturgia:

  • niños cantando 01
  • El ensayo: Éste es uno de los trabajos que muchas veces puede resultar pesado para cualquier encargado del ministerio o director de Sholae Cantorum. Pocos fieles hacen conciencia de ello pero, llegar a la celebración (sobre todo la dominical), con un repertorio ya estudiado y ensayado, con material preparado y aprobado por el que preside, y la coordinación con todos los ministros, requiere de una fuerte dosis de esfuerzos, además de espíritu de servicialidad y donación.  Es decir, no podemos iniciar nuestras celebraciones con la mera buena voluntad por delante y un “ya Dios nos iluminará” por detrás.  A eso le llamo yo “irresponsabilidad”.  El ensayo tanto de la Schola o en su defecto, del cantor o cantores, como de la asamblea es muy importante para lograr celebraciones vivas y de experiencias y resonancias profundas.  Los primeros tienen la obligación de dedicar un tiempo considerable para ensayar durante los días previos a una celebración.  En cambio, a la asamblea se le pueden dedicar 10 ó 15 minutos antes de iniciar para repasar las partes que le son asignadas, como los estribillos de los cantos por ejemplo, o las respuestas a las diferentes aclamaciones.  En una ocasión, me encontraba en el dilema de poner o no cantos gregorianos para las celebraciones de Jueves y Viernes Santo, según nos exhorta el magisterio de la Iglesia cuando dice que “ante todo, promuévase el uso del canto gregoriano, que por sus peculiares características es un fundamento de gran importancia para el cultivo de la música sacra”[1].  En esa ocasión esperábamos unos 300 fieles que participarían en cada uno de estos días y sentía yo que mi deseo de incluir canto gregoriano se veía torpemente aplastado por la necesidad de que participara toda la asamblea.  La idea de que en algunas partes pueden “escuchar con devoción” no me satisfacía del todo y le daba vueltas en la cabeza para resolverlo[2].  Al final di con la estrategia adecuada: se anunció desde el Domingo de Ramos que iniciaríamos con la preparación de los fieles desde media hora antes de la celebración.  La respuesta fue muy positiva.  Más de la mitad de la asamblea llegó a la hora convenida y se le repartió hojitas con los cantos, incluyendo los del repertorio gregoriano y éstos con su respectiva traducción.  Los textos que preferentemente le correspondían a la asamblea los identificamos con negritas para que se ubicaran a primera vista.  Dedicamos algunos minutos para ensayar el primer párrafo del “Ubi caritas” que utilizaríamos como estribillo (¡Sí!, ya sé, este himno no tiene estribillos), así como la antífona “Mandatum novum” para el Jueves Santo y el estribillo “Dulce lignum, dulces clavos” del canto “Crux fidelis” para el Viernes Santo.  No hubo necesidad de estar motivando a la asamblea con el consabido “cantamos todos”, porque, habiéndolo preparado y ensayado, pudieron los fieles responder en su momento.  Así, pues, el ensayo es fundamental en todos los aspectos para la participación de la asamblea.  Desafortunadamente, estamos tan acostumbrados a la inmediatez y a vivir tan deprisa, que tenemos ya la costumbre de llegar a la celebración uno o dos minutos antes, si es que bien nos va, o si no, algunos llegan cuando ya se están proclamando las lecturas.  Así, ¿cuál ensayo de la asamblea?  Es muy necesario, y ése es trabajo del párroco, rector o capellán al frente de su comunidad, insistir en la importancia de la puntualidad y la activa participación de los fieles porque así como iniciamos la celebración, así está dispuesto el corazón para acoger la Palabra y recibir a Cristo.

ángeles cantando

  • La motivación: Tenemos aquí un cuarto elemento importante que nos puede ayudar a la participación activa en las celebraciones. Muchos pensarían que es un trabajo que le corresponde al monitor pero nada más falso que eso.  La celebración es de todos, así que todos debemos involucrarnos: el celebrante, los concelebrantes, los acólitos, los lectores, el monitor, los oferentes, la asamblea… ¡todos! Pero “cada quien en su puesto” (1Cor. 15, 23).  Una monición no puede hacer el trabajo de los demás para llenar de vitalidad la celebración.  Un canto de entrada, por sí solo, tampoco es suficiente.  Es decir, todos debemos involucrarnos, prepararnos, comunicarnos y coordinarnos para, entonces sí, hacer lo que por ministerio nos corresponde a cada uno.   Ya nos lo dice el No. 5 de la Instrucción Músicam Sacram: “La preparación práctica de toda celebración litúrgica debe hacerse en pleno acuerdo entre todos los interesados, sea de la parte ritual, de la pastoral o de la música, bajo la dirección del rector de la iglesia”. Cuando lo comprendamos así, sabremos comunicar y motivar debidamente a la asamblea y, como una orquesta bien ensamblada, celebraremos con alegría al Dios vivo.  Sé que no en todas partes es posible lograrlo plenamente, sobre todo si tenemos en cuenta otros factores: asambleas pequeñas o grandes, edades promedio de los fieles, situación social (y hasta política de la comunidad) y del país al que pertenece, capacidad de organización de los miembros que la componen, y hasta los eventos naturales o desastres que pudieran estar aconteciendo.  Pero, quienes han tenido la experiencia de la pasión y muerte del Señor en sus cuerpos, se van preparando para vivir la resurrección.  Y la nueva vida reclama nuevas motivaciones y nuevas acciones.  La tragedia sería quedarse como muerto, sin hacer nada.

El P. Jaume González–Padrós explica en detalle sobre este tema en un artículo titulado “Las disposiciones personales”, publicado en la revista mexicana Actualidad Litúrgica[3], así como en la publicación española Liturgia y Espiritualidad[4].  En este artículo escribe que para toda celebración litúrgica se requiere “recta disposición de ánimo”, que “la mente concuerde con lo que se dice y ora”, que es necesario “colaborar con la gracia divina” y “participar consciente, activa y fructuosamente”.  Se los recomiendo ampliamente.

cantando 05Veamos, por último, un punto que se suma a todo lo ya expuesto y que no podemos dejar en el tintero: la participación de los fieles a través de los medios de comunicación.  Para muchos de nosotros, la pandemia del covid-19 ha implicado desplegar algunas estrategias que en poco habíamos pensado.  El hecho de tener celebraciones con templos prácticamente vacíos pero que a la vez están siendo transmitidas por algún medio de comunicación, para algunos de nosotros (y yo me incluyo) supone innovaciones que en algún punto creíamos no necesitábamos del todo.  El hecho es que allí estamos, en medio de una pandemia y con una especie de hambre espiritual y unas “ganas inmensas” de poder retornar a la Casa de Dios.  Ahora más que nunca tendremos que hacer nuestras las palabras del Salmo 121: “¡Qué alegría sentí cuando me dijeron: vamos a la Casa del Señor!”.  Sin embargo, aun cuando en nuestras celebraciones no tengamos a los fieles físicamente presentes, sí los tenemos de forma virtual participando de las celebraciones litúrgicas y demás actos de la piedad popular.  Pero justo ahora es cuando hay que hacer algunas recomendaciones sobre el tema:

  1. El lugar donde se reunirá la familia o los que participarán en la celebración deberá estar acondicionado para este fin, es decir, poner un crucifijo en un pequeño altar, en un lugar predominantemente visible, además de que esté desprovisto de todo objeto que pudiera retener nuestra atención.
  2. Puesto que la Iglesia la conforman seres vivos, con sus alegrías, tristezas, preocupaciones, logros, etc., y no seres inanimados, la transmisión deberá estarse realizando en vivo, en tiempo real. Dejar la misa para “escucharla después”, pierde todo su sentido y eficacia.  La misa no se escucha; se vive, se participa.
  3. Los fieles deberán acomodarse de forma que todos puedan ver el monitor y escuchar lo que se está proclamando, sin que haya estorbos u objetos distractores, como celulares, tabletas, juguetes, etc. Recordemos que tendríamos que “comportarnos” como si estuviéramos físicamente en la Casa de Dios.
  4. Los fieles participarán en la celebración tanto en las respuestas como en los cantos, como cuando estamos físicamente en el templo, es decir, en voz alta y con todo el ser.
  5. Son momentos importantes la proclamación de las lecturas, sobre todo del Evangelio como la consagración. Por tanto, las posturas que adoptamos durante la misa habitual, las haremos durante la misa transmitida en tele, radio o Internet (sentados en las lecturas, de pie en el Evangelio, de rodillas en la consagración, de pie todo el resto de la misa después de la consagración, etc.), siempre y cuando no estemos impedidos físicamente.

 

Estas recomendaciones no eximen a nadie de las responsabilidades que hemos estado comentando a lo largo de este artículo.  Por el contrario, algunas de ellas tendrán que ser observadas con más rigurosidad para que no se presenten momentos no deseables durante la transmisión.  Y tendremos que revisar en otra ocasión y con más detalle todos estos aspectos y más que surjan porque es muy probable que eventualmente tengamos contingencias de cualquier tipo y la Iglesia debe estar preparada para acompañar a todos sus hijos al encuentro del Señor.

Y una cosa más: bajo ninguna circunstancia y por ningún motivo (ni el más justificable que sea) está permitido poner música grabada durante la misa.  Y eso, aunque me pongan los ojos grandes como platos, me lo he encontrado no pocas veces en donde menos me lo imaginaba. No debe ser así.  Ya lo expusimos más arriba, la naturaleza de las celebraciones litúrgicas impide totalmente el uso de herramientas que sustituyan y deterioren el espíritu de vida de los fieles.

 

Como conclusión, traeré aquí las palabras de la Constitución Sacrosanctum Concilium, en el No. 2, que dice: “la Liturgia, por cuyo medio «se ejerce la obra de nuestra Redención», sobre todo en el divino sacrificio de la Eucaristía, contribuye en sumo grado a que los fieles expresen en su vida, y manifiesten a los demás, el misterio de Cristo y la naturaleza auténtica de la verdadera Iglesia”.  Tal vez no lo recordamos a menudo pero es importante que tengamos en cuenta que la participación activa de la asamblea lleva a plenitud (en este mundo) una de las cualidades de la música litúrgica: la universalidad.

Sor Beatriz Alceda, O.I.C.

 

 

[1] Musicam Sacram, de la Sagrada Congregación de Ritos, sobre la música en la sagrada liturgia, No. 52.

[2] Específicamente, en el No. 15 de la ya mencionada Instrucción Musicam Sacram dice: Los fieles deben cumplir con su oficio litúrgico con aquella plena, consciente y activa participación exigida por la naturaleza de la misma  Liturgia y a la cual el pueblo cristiano tiene derecho y deber en fuerza de su Bautismo.  Esta participación será:

a) ante todo, interior, y con ella los fieles conformarán su ánimo a la palabras que dicen o que escuchan, cooperando con la gracia divina;

b) pero también exterior, y con ésta se manifestará la participación interior por los gestos y las actitudes del cuerpo, por las aclamaciones, las contestaciones y el canto.

Edúquese, además, a los fieles, para que, escuchando lo que los ministros o la «schola cantorum» cantan, eleven su ánimo a Dios por la participación interior

[3] Actualidad Litúrgica No. 274, Mayo-Junio, 2020 pp. 4–6, México.

[4] Liturgia y Espiritualidad, año L, n. 5, España.

La Participación «activa» de la asamblea en la Liturgia (Parte III)

Participación “activa” de la asamblea en la Liturgia (Parte III)

Por Sor Beatriz Alceda, O.I.C.

ángeles músicosTodavía quedan algunos puntos que podríamos profundizar, como por ejemplo la inclusión del canto religioso popular en nuestras celebraciones, la música actual más apropiada para la liturgia, cuándo es conveniente cantar todo o dejar de cantar y en qué momentos de la celebración, la participación activa del órgano (recuerden que el órgano también es un ministro de la liturgia), pero esto ya va de por sí bastante largo.  Vamos ahora a dar algunas sugerencias que podrían ser de ayuda para los que verdaderamente están interesados en hacer que las asambleas participen.

 

Muchos saben que pertenezco a una Orden de vida contemplativa, fundada en el siglo XV, y que por privilegio especial en 1806 se nos concedió (a nuestro monasterio), custodiar y atender a un Niño Dios.  Hasta la segunda parte del siglo pasado, este cuidado del Santo Niño Jesús se hizo de forma sencilla y discreta.  Sin embargo, con el paso del tiempo, los devotos de esta imagen han aumentado considerablemente.  Actualmente tenemos un templo que puede acoger a más de mil personas en celebraciones importantes como el Triduo Pascual o la fiesta anual del Santo Niño y como se comprenderá esto nos implica grandes esfuerzos en muchos aspectos.  Cada celebración dominical, con aproximadamente 350 o 400 personas es un gran reto, sobre todo para nosotras que nos dedicamos a la oración y la contemplación, al estudio, al trabajo manual y a la convivencia fraterna.  Es por eso que les comparto algunas propuestas que hemos implementado en el templo y que sé, por experiencia, les pueden ser de utilidad.

  • La preparación: Éste es uno de los aspectos que se deben cuidar desde el principio. Todo se debe preparar, desde la propia formación que se da a largo plazo, de todos los que ejercen un ministerio dentro de la liturgia, como los materiales y la celebración misma, incluyendo la preparación de la asamblea.  Se debe preparar desde la celebración de la misa ferial de entre semana hasta la misa dominical o las solemnidades y fiestas, así como la Liturgia de las Horas, sobre todo si la celebran con los fieles.  Si no hay preparación, todo sale al revés, descuidado y sin Espíritu.  Dedicar parte de nuestro tiempo a preparar nuestras liturgias siempre tendrá sus frutos.  Ya nos lo dice la Ordenación General del Misal Romano, en el No. 20: “Todo esto se podrá conseguir si, mirando a la naturaleza y demás circunstancias de cada asamblea litúrgica, toda la celebración se dispone de modo que favorezca la consciente, activa y plena participación de los fieles, es decir, esa participación de cuerpo y alma, ferviente de fe, esperanza y caridad, que es la que la Iglesia desea, la que reclama su misma naturaleza y a la que tiene derecho y deber, el pueblo cristiano, por fuerza del bautismo”. La preparación de las celebraciones litúrgicas nos resuelve situaciones que muy probablemente nos harían sudar a la mitad de la celebración y nos previene de posibles eventualidades extraordinarias (aumento inesperado de fieles, ausencia de alguno de los ministros o personal de apoyo, algún cambio de última hora en el repertorio seleccionado, y muchos etcéteras más).

 

  • coro cantando 03El Material: Como hemos estado insistiendo en todo este artículo es muy importante encontrar formas que faciliten la participación de los fieles en las celebraciones litúrgicas. Una de las formas más sencillas que podemos tener a la mano es la distribución de hojas con los textos de los cantos que se harán en la celebración, así como lo hacemos con las hojas de lecturas y oraciones que reparten en muchos lugares.  Esto implica un esfuerzo tanto para el que está al frente de la comunidad y que ordinariamente preside las celebraciones como para los ministros involucrados en uno u otro ministerio.  Podemos ejemplificarlo así: el director o encargado de la Schola Cantorum seleccionará los cantos para las celebraciones, sobre todo las dominicales y el párroco, rector, capellán o cualquier superior al frente supervisará esta selección.  Esto, asumiendo que ya se cuenta con un repertorio bien seleccionado de cantos para la liturgia, aprobados por la Conferencia Episcopal de cada país.  Si no se tiene hay que comenzar a trabajar en ello, nunca es tarde para hacerlo.  Después de haber hecho la selección de cantos para celebración, habrá que asegurarse de que la Schola Cantorum o en su defecto el cantor encargado dominen perfectamente cada una de las obras seleccionadas porque recordemos que la asamblea normalmente sigue lo iniciado por los cantores.  Y ojo con esto: dejar a la asamblea que nada más mire a los cantores como si se tratara de un espectáculo es no haber entendido la razón de ser de la música al servicio de la liturgia y la participación de los fieles como miembros de cuerpo místico de Cristo.  Y por otro lado, nunca será conveniente dejarle todo el trabajo a los coros o al cantor como animadores de la celebración porque (ya lo diremos más adelante), la responsabilidad de la vitalidad de la comunidad es de todos.  Regresando al punto de este número, sé que para muchos, el hecho de tener que hacer y repartir hojas con los cantos de cada celebración, puede parecer engorroso, enredoso para los fieles que ya tienen la hoja de las lecturas y hasta alguien me dirá que es económicamente caro.  Sin embargo, y hablo desde mi experiencia personal, es un recurso sencillo y que resuelve muchos aspectos la participación de los fieles y también favorece la comprensión de los textos y la memorización de algunas partes para su respuesta sobre todo en los estribillos.  A mis alumnos les repito con cierta frecuencia que la asamblea habitualmente es capaz de responder a cada una de las partes que le corresponden.  Normalmente lo hacen sin mucha resistencia.  Además, no hay ninguna necesidad de cambiar cada semana todos los cantos de todas las celebraciones de todo el ciclo litúrgico.  Se pueden tener dos o tres esquemas para las celebraciones de cada uno de los tiempos fuertes (Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua) y cuatro o algo más para el tiempo Ordinario.  Es aquí donde podemos dejar las obras más complejas y bellas para las grandes solemnidades. Esto es muy conveniente para la asamblea que ordinariamente participa en nuestras celebraciones porque es mucho más “fácil” cantar desde el corazón cuando ya se conoce la obra, que tener que aprender un nuevo canto cada semana.  Resulta que cuando ya memorizaron algún estribillo, ya no lo vuelven a escuchar hasta pasados algunos meses.  Otra ventaja que tienen los textos en la mano es su comprensión.  Todos los directores de coros sabemos que lograr que los oyentes entiendan y comprendan lo que se acaba de cantar es todo un reto que reclama horas y horas de trabajo de respiración, articulación, proyección de la voz, etc.  Es decir, no se logra con dos o tres pasadas de un canto.  imágenes de coros 1Si aun así, con todo este trabajo, muchas veces no se logra entender un texto, imagínense la dificultad que tendrá la asamblea que nos escucha atentamente para luego hacer su parte como respuesta.  Los textos al alcance de nuestra vista nos resuelven posibles tergiversaciones y hasta herejías.  Todo un reto.  Por otro lado, hay quienes utilizan algunas herramientas de vanguardia para lograr la participación activa de los fieles.  El ejemplo claro lo tenemos en los proyectores de imágenes y textos.  Tal vez, en lo que se refiere al tema que nos ocupa, el tener el texto de los cantos proyectados en algún punto del templo puede ser de apoyo para la celebración.  Sin embargo se debe cuidar mucho que todos los “gadgets” que podemos utilizar en nuestras celebraciones se manejen con un cuidado casi exagerado, de forma que no contribuyan a la “dispersión espiritual” de la asamblea ni mucho menos que se convierta en su foco de atención.  Los fieles deberán centrarse en Cristo y los misterios que celebramos.  La tecnología es un apoyo y como tal, debe cuidarse su incorporación en nuestras celebraciones.  Ya abordaremos ese tema en otra ocasión.

 

Continuará…

 

La Participación «activa» de la asamblea en la Liturgia (Parte II)

Participación “activa” de la asamblea en la Liturgia (Parte II)

Por Sor Beatriz Alceda, O.I.C.

ManuscriptOtros puntos que merecen nuestra atención son el uso del latín, los cantos litúrgicos aprobados, sus textos y sus melodías.  Y ésta es otra beta que en otro momento tal vez abordaremos con mucha mayor amplitud.  En esta ocasión expondremos solamente aquello que atañe a nuestro tema: la participación de la asamblea en las celebraciones litúrgicas.  En este punto quisiera que nos centráramos en algunos detalles:

  • El uso del latín: Aunque no todos lo saben o recuerdan, el latín sigue siendo la lengua oficial de la Iglesia y la Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la Sagrada Liturgia nos lo dice muy claro en el artículo 36, 1: “Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular”.  Aunque más adelante, en el inciso 2 dice: “Sin embargo, como el uso de la lengua vulgar es muy útil para el pueblo en no pocas ocasiones, tanto en la Misa como en la administración de los Sacramentos y en otras partes de la Liturgia, se podrá dar mayor cabida, ante todo, en las lecturas y moniciones, en algunas oraciones y cantos…”  También la Ordenación General del Misal Romano nos dice en el artículo 12: “Por eso, el Concilio Vaticano II, congregado para adaptar la Iglesia a las necesidades de su oficio apostólico en estos tiempos, miró profundamente, como lo hizo el Concilio de Trento, el carácter didascálico y pastoral de la sagrada Liturgia.  Y aunque ningún católico niega la legitimidad y eficacia del sagrado rito celebrado en latín, también pudo conceder que: en no pocas ocasiones el empleo de la lengua y vernácula puede ser de gran utilidad para el pueblo, y autorizó su uso.  El ardiente interés con que fue acogido en todas partes este decreto hizo que, bajo la dirección de los Obispos y de la misma Sede Apostólica, se permitiera el uso de la lengua vernácula en todas las celebraciones con participación del pueblo, con lo cual se entiende más plenamente el misterio que se celebra”.  Ahora bien, por un lado tenemos que se nos pide el uso del latín, (por lo menos en el canto, tema que es el que ahora nos concierne), y por otro lado se nos sugiere como legítimo el uso de la lengua vernácula para una completa comprensión de los textos.  Y en mi opinión muy personal, lo uno no está peleado con lo otro.  Desde mi propia experiencia he podido comprobar que la asamblea que normalmente participa en nuestras celebraciones litúrgicas es lo suficientemente sabia e inteligente para no sólo entender los textos latinos sino también para con ellos tener una vivencia profunda del momento celebrativo.  Es decir, el hecho de escuchar los textos en latín, sobre todo si son cantados, no impide a la asamblea entrar en el misterio celebrado, por el contrario, “el Espíritu Santo viene en nuestra ayuda y nos enseña” (cfr. Rm. 8, 26), lo que humanamente no nos es comprensible.  Pensar que por utilizar los textos en latín, la asamblea no entrará en el misterio de Dios, es una especie de aberración y estaríamos subestimando la capacidad de los participantes.  En resumen, podemos balancear nuestras celebraciones con textos (cantados) en latín con otros en lengua vernácula y como sugerencia podríamos proveer material escrito con traducciones para facilitar su comprensión.

ángeles cantando 03

  • Los cantos litúrgicos aprobados: Nos encontramos en un tema que causa grandes polémicas y que no siempre terminan como quisiéramos porque las opiniones se diversifican mucho. Mientras que con el uso del latín y con las melodías, tanto la Constitución Sacrosanctum Concilium como los demás documentos nos dan pautas bastante puntuales para su ordenamiento, la selección y aprobación de los cantos litúrgicos puede convertirse en el dolor de cabeza de párrocos (si es que se involucra en la preparación de sus celebraciones), liturgistas, directores de Scholae y demás colaboradores y ministros.  Y esto se debe a varios factores:

 

  1. En cuanto se comenzó a permitir componer cantos en lengua vernácula se prescindió del Canto Gregoriano y de la Polifonía clásica y se dio paso a melodías (y aun textos) muy variados, muchas veces desprovistos de las cualidades de la música litúrgica por falta de formación y de una regulación más puntual desde los primeros años post-conciliares.
  2. Las “urgencias pastorales” han dejado “la puerta abierta” y el “paso libre” a todo tipo de expresión musical. Esto, lejos de ayudar en las celebraciones litúrgicas, ha favorecido la desacralización de la liturgia.  Muchas veces me es muy difícil entender el porqué, para muchos, les es muy necesario encontrar el templo lleno de cosas que le son propias al mundo, cuando precisamente, lo que hacemos, al entrar en estos espacios sagrados, es despojarnos de todo lo que nos estorba para encontrarnos “cara a cara con Dios” (cfr. Ex. 34, 29–35).  Les pongo una anécdota que en alguna ocasión ya les he compartido sobre el tema:   Se dice que Camile Saint–Saëns (1835 – 1921), organista en París, “fue rogado por su párroco para que cambiara su repertorio severo, puesto que el público que concurría a la iglesia era el que frecuentaba la ópera cómica.  Saint–Saëns contestó al párroco: ‘Señor párroco, cuando yo vea que en el altar hacen lo que en la ópera cómica, tocaré como en la ópera cómica; pero mientras no sea así, no cambiaré de modo de tocar’.[1]”  El ejemplo lo sintetiza todo.  Volviendo al punto de este párrafo, es necesario que cada “encargado” de este ministerio haga una muy cuidadosa selección de melodías y cantos que formarán el repertorio de esa comunidad, ya se trate de una pequeña capilla o de una gran iglesia catedral.  Para hacer esta selección debe tomarse en cuenta todos los aspectos: acceso a partituras, tamaño de las asambleas y la constitución de las mismas (parroquiales o de peregrinación); adecuada preparación litúrgico-musical de las Scholae Cantorum, sus integrantes y directores para ejecutar las obras; y demás aspectos propios a cada comunidad.  Sin embargo, todas las obras seleccionadas para incluir en el repertorio deberán tener las cualidades de la música litúrgica y de ser posible estar aprobadas por las Conferencias Episcopales respectivas.  En algunos países, estas Conferencias se han dado a la gran tarea de publicar y promover, por medio de sus diferentes dimensiones y comisiones, relaciones o listas de melodías y cantos aprobados, así como otras de piezas no aptas para la liturgia (y que en algunas ocasiones merecerían ser quemadas con leña verde).  Y sobre todo, el hecho de que una melodía tenga que ser sencilla para que la asamblea la cante con facilidad no es un pretexto para introducir piezas faltas de belleza y dignidad o que se permitan canciones ramplonas que se acerquen a lo profano.
  3. cantandoMelodías adecuadas: aunque muchos los ignoran o poco los recuerdan, los documentos sobre música litúrgica del magisterio de la Iglesia nos ponen los lineamentos bien claros y definidos para las melodías que se incluyen en nuestras celebraciones y deja un amplio margen de libertad para la composición de nuevas obras siempre y cuando se respeten sus cualidades: santidad, bondad de formas y universalidad. Sin embargo, es muy conveniente que subrayemos que el lugar preferente para las melodías que seleccionemos lo ocupa el Canto Gregoriano.  Nos dice la Constitución Sacrosanctum Concilium en su artículo 116: “La Iglesia reconoce el Canto Gregoriano como el propio de la liturgia romana; en igualdad de circunstancias, por tanto, hay que darle el primer lugar en las acciones litúrgicas.”  Y en la Instrucción Musicam Sacram, en el número 50, inciso a), tenemos: “En igualdad de condiciones, ha de darse el primer lugar al Canto Gregoriano, en cuanto es propio de la Liturgia romano.  Úsense, pues, oportunamente sus melodías contenidas en las ediciones típicas.”  Y más adelante, en el número 52, dice: “Ante todo, promuévase el uso del canto gregoriano, que por sus peculiares características es un fundamento de gran importancia para el cultivo de la música sacra”.   Esto se lee muy bonito pero la realidad es muy diferente.  Podemos afirmar, sin equivocarnos, que en un muy alto porcentaje de las iglesias, grandes o pequeñas, lo que menos prevalece es precisamente el Canto Gregoriano.  Y aquí entro (yo) en un verdadero conflicto: Siendo el Canto Gregoriano (o Canto Eclesiástico Medieval), el más apropiado para entrar en el ámbito de lo sagrado y celebrar al Dios vivo, ¿por qué hemos creído que actualmente no es lo más apropiado para cantar nuestras celebraciones? Como comenté más arriba, siempre he estado convencida de que la asamblea es lo suficientemente “sabia” para captar, cantar y hasta comprender muchas de estas melodías aunque sabemos que su formación en este campo es casi nula o muy limitada.  Repito, nunca hay que subestimar la capacidad de la asamblea y menos en este campo.  Más adelante ofrezco algunas opciones que podemos implementar para favorecer la comprensión y la participación de la asamblea en el Canto Gregoriano.  Ahora bien, en cuanto a otras melodías, tenemos muchas más opciones que es bueno tener en cuenta.  Volviendo a los textos que nos ofrece el magisterio, leemos que podemos elegir obras del patrimonio “clásico” (polifonía y demás formas antiguas), o también obras de factura moderna que, como hemos dicho anteriormente, sean litúrgicos y aprobados.  Y sobre todo, ateniéndonos al tema que ahora nos ocupa, hay que cuidar que las melodías sean bellas, lo más acercadas al Canto Gregoriano, fáciles de recordar y entonar sin caer en lo ramplón o en lo vulgar, con alternancia de la Schola con la asamblea o con amplia participación de ésta en momentos específicos… etc.  Estos son los “grandes detalles” que deben tener en cuenta los compositores litúrgicos de hoy.  Porque, lograr mantener a la asamblea en un ritmo celebrativo en todos los momentos, pero al mismo tiempo participando activamente sin tocar las puertas del “cansancio musical” y sobre todo tener la experiencia del encuentro con Jesús y salir de la celebración a la vida con nuevos bríos, es todo un reto nada fácil de lograr pero que ningún director de Schola Cantorum, organista o párroco puede ni debe eludir.  Y en cuanto a los textos no hay mucho qué abundar si es que nos atenemos a los ya tan mencionados documentos.  Repetiremos lo anotado más arriba: los textos que se han musicalizado deben estar tomados de la Sagrada Escritura o nos deben referenciar a ella.  Y tengamos cuidado con esto: siempre que algún texto de la Sagrada Escritura sea tomado para musicalizarse, ante todo debemos atenernos a las traducciones aprobadas por las Conferencias Episcopales de cada lugar y por ningún motivo o circunstancia tengamos la genial ocurrencia de cambiar, modificar o alterar algún texto porque corremos el riesgo de tergiversar su significado y en el peor de los casos caer en una herejía.  Por otra parte, cuando los textos están tomados del Misal Romano o hacen referencia a la Sagrada Escritura, debemos cuidar que estén totalmente apegados a la doctrina cristiana, cuidando los dogmas y ateniéndonos al momento celebrativo.  Hay cantos o melodías que pueden ser muy “bellas” melódica y armónicamente pero contienen elementos profanos o son de procedencia protestante o simplemente no aportan algo al momento celebrativo.  ¿Se han preguntado alguna vez qué tan idóneos son los cantos que usualmente incluimos en nuestras celebraciones?  Me parece que de vez en cuando hay que echarse un clavado a nuestros repertorios y hacer una depuración de los mismos…

Continuará…

 

[1] B. Alceda, en Syrigma , “San Pío X: un Papa músico”, artículo publicado en 2013 en www.clasicamexico.com y en www.lamusicasacra.wordpress.com.

La Participación «activa» de la asamblea en la Liturgia (Parte I)

Participación “activa” de la asamblea en la Liturgia (Parte I)

Por Sor Beatriz Alceda, O.I.C.

coro cantandoUno de los grandes retos que enfrenta cualquier encargado de liturgia y sobre todo cualquier director de Scholae Cantorum es la participación activa de la asamblea.  En algunos casos se requieren grandes esfuerzos para lograr el principal objetivo de las celebraciones litúrgicas que es el culto a Dios y el encuentro eficaz con Él mediante la liturgia y la música.  Sin embargo no siempre se tienen los mismos criterios para llegar a este objetivo.  A eso, podemos sumarle una serie de “deficiencias” de todo tipo que van haciendo más difícil la plena participación de la asamblea.  En este artículo nos detendremos un poco para analizar algunas situaciones muy comunes que se viven en nuestras liturgias, algunas inquietudes y sobre todo pondremos sobre la mesa algunas posibles soluciones que pueden ser de apoyo para nuestro ministerio.

 

Tenemos infinidad de comunidades eclesiales que celebran al Señor con un sinnúmero de posibilidades en cada lugar.  Cada una de ellas, desde la parroquia o rectoría más pequeña hasta las grandes catedrales y basílicas tienen una labor muy grande en lo que se refiere a la música en sus celebraciones.  Este trabajo debe incluir no sólo la música como elemento estético sino y sobre todo que cumpla con las cualidades de la música litúrgica que nos pide el magisterio (santidad, bondad de formas y universalidad), porque recordemos que la música es parte integrante de nuestras celebraciones; también debemos incluir en esta labor las formas adecuadas para una plena participación de la asamblea; que los textos que se han musicalizado estén tomados de la Sagrada Escritura o que nos referencien a ella; que las melodías, sobre todo aquellas que serán cantadas por toda la asamblea, sean bellas, dignas y a la vez sencillas y de fácil ejecución; que ninguno de los elementos musicales (y también litúrgicos) tenga algún “sabor” a profano o que nos traslade mentalmente al ámbito mundano y nos despoje de lo sagrado; que haya una digna y correcta ejecución de las melodías por parte de los cantores y en la medida de lo posible también por parte del que preside la celebración, sobre todo en las partes que le corresponden… etc.  Como podemos ver, estos y algunos elementos más, son los que debemos tener presentes a la hora de preparar una celebración litúrgica y no es poca cosa.

 

cantando 06Recuerdo en una ocasión, platicando con un obispo (también músico como yo), me comentaba sobre lo importante que era para él el preparar con tiempo suficiente sus celebraciones, sobre todo las dominicales y las que celebraban algún acontecimiento importante para su diócesis o sus comunidades.  Sin embargo, ya en la práctica, se encontraba con que muchos de sus sacerdotes y ministros parecían llegar al inicio de la celebración como si fueran “bomberos” que llegan apresuradamente en el momento del fuego, para iniciar una tarea específica y terminada ésta, se retiran.  Esto como si la liturgia fuera una tarea cotidiana que obligatoriamente realizan hasta de forma maquinal y que no tiene resonancias en su vida el resto del día o de la semana.  ¡Y esto es tan cierto!  ¿Cómo podemos tener un trabajo verdaderamente espiritual durante nuestra vida personal si nuestra preparación y participación en las celebraciones se reduce a un mero “cotidianismo”? (perdón por la palabra que me acabo de inventar).  Debemos recordar siempre que el verdadero trabajo espiritual y el compromiso social tienen su fuente, su cumbre y su fin último en la liturgia, como lugar de encuentro eficaz con Dios y con los demás miembros de la Iglesia, mis hermanos.  La oración personal es de indispensable ayuda, sin embargo, no olvidemos que somos una gran familia que se reúne a celebrar el misterio del amor que Dios nos ha tenido y que después de compartir la Palabra y el Pan de Vida, nos lanzamos al mundo para anunciar tan buena nueva.  Así que, volviendo al inicio de este párrafo, es de suma importancia que dediquemos el tiempo suficiente para preparar nuestras celebraciones litúrgicas y en el aspecto que ahora nos interesa, la música es uno de los elementos constitutivos de la celebración que no podemos dejar al “bomberazo” o a  la superficialidad.

 

Ahora bien, tengamos en cuenta que después de la promulgación de la Constitución Sacrosanctum Concilium, los documentos del magisterio (Musicam Sacram, Quirógrafo de San Juan Pablo II, Ordenación General del Misal Romano, Ordenación General de la Liturgia de las Horas, etc.), han sido mucho más insistentes en la participación de toda la asamblea en las acciones litúrgicas.  No es meramente cantar por cantar o hacerlo cuando buenamente tenemos ganas.  Recordemos las palabras de Antonio Alcalde: “Tenemos que cantar la Misa y no cantar en la Misa o durante la Misa[1]”.  Es tan “molesto” estar en una celebración escuchando al monitor o al mismo director de la Schola Cantorum, repetir incesantemente la invitación “todos” o “cantamos juntos” o lo que fuera parecido… Pero a veces es tan necesario hacerlo porque de natural, cada persona que forma parte de la asamblea llega al templo con sus propias alegrías, dolores, trabajos, penas, agradecimientos, etc., y muchas veces no es fácil ponerlos en sintonía con el tono celebrativo.  He allí uno de los primeros grandes retos: la preparación de la celebración debe incluir la preparación de la asamblea.  Y entonces también nos encontramos aquí con los primeros bemoles: las asambleas de las pequeñas parroquias son tan diferentes a las iglesias catedrales o a las de los santuarios de peregrinación: no es lo mismo una parroquia en la que muchos de sus miembros se conocen y puede haber algún trabajo continuo, a las basílicas o templos de peregrinación en que sus fieles acuden de forma esporádica y es muy difícil formar un grupo de fieles que ejerzan algún ministerio dentro de las celebraciones muchas veces multitudinarias.  Aun así se puede echar mano de diferentes herramientas o recursos que pudieran fomentar la participación y que más adelante propondré.

 

cantando 02Tenemos además otro factor que puede o no ayudar a la participación de los fieles en las celebraciones: el sacerdote que preside la celebración y en todo caso que está al frente de su comunidad parroquial.  Éste es uno de los temas más complejos de abordar porque tenemos de variantes como de sacerdotes hay en el mundo y dice el refrán de la sabiduría popular “cada cabeza es un piojero”, es decir, cada mente tiene su propio mundo y su propia visión e interpretación de las cosas y por lo tanto su propia forma de trabajarlas.  Sin embargo hay temas que pueden ser generales para todos o por lo menos para la mayoría.  La primera de todas y es la más importante es la FORMACIÓN, así con letras mayúsculas porque debe abarcar todos los aspectos de la vida propia (espiritual y moral), de la sociedad y del mundo.  Entre mejor estén preparados nuestros pastores más aseguramos celebraciones litúrgicas dignas, que propicien el encuentro con Dios y el cumplimiento de la misión que Él encomienda a cada uno según su vocación y carisma específico.  No se puede ser experto en todas las materias pero sí que se puede tener conocimiento básico de la mayoría de los temas.  Pero en lo que se refiere a la liturgia (y a la música), no sólo debe conocerlas perfectamente sino que debe dominarlas, además de que es su responsabilidad ser el primer formador de su comunidad parroquial y el experto en algo que va a hacer toda la vida: “celebrar al Dios vivo”.  Podrá dejar de ir a misiones, podrá dejar de dar clases o catequesis pero algo que siempre hará será celebrar al Señor y esta celebración se prologará por toda la eternidad.  Es cierto que en cuanto a la música se refiere, no a todos les es concedido el don y la “pericia” en la cuestión práctica, sin embargo deben estar capacitados y ser expertos en cuanto a las normas litúrgicas que se refieren a la música, sobre todo al canto.  La triste realidad nos muestra, la mayoría de las veces, todo lo contrario: presbíteros que no tienen ni una brizna de formación en el tema; celebraciones plagadas de música ramplona, llenas de elementos paganos y que favorecen arbitrariamente la “desacralización” de la celebración so pretexto de ser lo práctico pastoralmente hablando.  En los documentos del magisterio encontramos el tema de la FORMACIÓN como una de las prioridades para dignificar nuestras celebraciones sobre todo en cuanto a música litúrgica se refiere.  En esto no debe haber excusas: todo obispo debe cuidar y vigilar que en los programas formativos de los seminarios y aun de la formación permanente de los presbíteros y diáconos, la liturgia y la música ocupe un lugar prioritario, así como proveer de escuelas superiores donde no sólo se formen y especialicen aquellos que son aptos para la música sino que se ofrezcan espacios para cursos, diplomados, talleres y jornadas de estudio para los fieles que deseen tener una participación más activa en las celebraciones.  Esto no es nuevo; todos los documentos del magisterio, desde el Motu Proprio “Tra le sollecitudini de San Pío X” en 1903 hasta el “Quirógrafo” de San Juan Pablo II en 2003  y las diferentes Instrucciones promulgadas recientemente nos insisten en este punto.  Imagínense, más de un siglo de poner el dedo en el reglón y no quitarlo ni un solo momento. Y no parece que hayamos avanzado de forma del todo eficaz.

Continuará…

 

[1] A. Alcalde, en El Canto de la Misa, Sal Terrae, Santander, 2002.

Obra Sacra de Miguel Bernal Jiménez (Parte IV)

Les ofrezco a continuación, la cuarta de cinco entregas de la ponencia que di en el Primer Coloquio sobre Miguel Bernal Jiménez, que se llevó a cabo en el marco del Festival de Música de Morelia y que les he estado compartiendo.  Espero sus comentarios.

“La Reivindicación del Músico de Iglesia”.
Tenemos, entro muchos, otro artículo publicado en la revista Schola Cantorum, (No. 7 del Año X, de julio de 1948), que traduce perfectamente la vocación de la que hemos hablado y las cualidades que deben de revestir a aquellos que se dedican a este servicio divino. Es un artículo largo también dividido en dos entregas, firmado por el mismo maestro Bernal. Esto es notorio sobre todo porque sabemos que en muchas ocasiones hacía sus aportaciones a la revista bajo seudónimos. No es el momento para abundar en detalles sobre este artículo pero hay algunos puntos sobre los que sí quiero hacer algunos comentarios. El artículo en su primera parte hace un recorrido del proceso por el cual, según investigaciones de su época, había pasado la música sacra desde los primeros siglos de la Iglesia, el medioevo, el renacimiento, el barroco y clasicismo hasta llegar al siglo XIX con la ópera en su apogeo y la marcada decadencia de la música sacra. Temas que hemos estado comentando a lo largo de estas líneas. Hay algunos detalles que llaman desde luego la atención: el continuo énfasis en la distinción entre música sacra y música profana; el lugar preminente que debe ocupar la música sacra; la ya entonces lamentable situación de la música sacra y el poco eco que aparentemente tuvo el Motu Proprio sobre todo en este lado del mundo. La segunda parte del artículo, publicada un mes después, en agosto de 1948 continúa su defensa de la música sacra y hace algunas comparaciones de los antiguos genios con los que actualmente ‘se atreven’ a escribir obras sacras sin una conveniente preparación. Pero aquí es justo cuando podemos contemplar a Miguel Bernal Jiménez tal y como es. Las cualidades del músico de iglesia son precisamente aquellas con las que él se siente dotado y que no le es posible hablar como propias (por no faltar a la humildad tan fuertemente marcada en su época), y que exige que tengamos todos los que nos atrevamos a ejercer este sagrado ministerio. En extracto y de su propia redacción les ofrezco las siguientes líneas que refuerzan lo que acabo de comentar:

“Para devolver a nuestro músico su primitiva grandeza hay que darle una formación artística superior a la que recibe el laico, y ello por tres razones:
1. Porque el arte que debe producir ha de ser superior intrínsecamente al profano, siendo destinado a Dios.
2. Porque el músico litúrgico es un especialista. Lo que diferencia su arte es la inspiración, el estilo, si se quiere, pero no la técnica… El músico de iglesia sabrá tanto como el de concierto o el de teatro y más todavía, su propia especialidad.
3. Porque, para producir obras de arte con valor absoluto, intrínseco y universal, menester es reunir en ellas estos dos factores: Técnica e inspiración…”

Hay que tener muy en cuenta este último punto porque es precisamente lo que para Miguel Bernal distingue al músico litúrgico y donde fundamenta la verdad de su ministerio: la técnica, adquirida mediante el estudio, la dedicación, la tenacidad, la perseverancia, las horas de práctica, etcétera y la inspiración que viene de una vida de oración y en constante coherencia con el Evangelio. Sólo así, según nos dice el maestro Bernal, podemos considerar un llamado específico del músico de iglesia. Y como comentaba anteriormente, pareciera que él mismo se describe y se pone como ejemplo para que comprobemos que sí se puede concretar esa vocación.
El artículo, repito, es de 1948, ocho años antes de su prematura muerte. Sin embargo, a sus 38 años, Miguel Bernal Jiménez había alcanzado ya cotas muy altas en todos los aspectos y con el peso de su autoridad pudo escribir con contundencia uno de los artículos más completos que a mi parecer, hay en todas sus publicaciones. Todos los demás escritos, antes y después de éste, son para mí preludio y sortie de un mismo tema, y que fue su gran preocupación desde su llegada de Roma hasta su muerte: La Reivindicación del músico de iglesia.

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Unión de Contemplativas de la Arquidiócesis de México

Comisión de Música y Liturgia

Convocatoria

Curso – Taller de Liturgia y Música

12 – 16 de mayo de 2014

 

R.R. M.M. Abadesas y Hermanas todas de los diversos Monasterios de Vida Contemplativa:

Me es grato saludarlas y desearles que la paz de Cristo esté siempre en ustedes y en su comunidad.  El motivo de la presente es para comunicarles lo siguiente:

Por cuarto año consecutivo, la Unión de Contemplativas de la Arquidiócesis de México, a través de su Comisión de Música y Liturgia de la UCAM, CONVOCA a todas las Hermanas de los diversos Monasterios al Curso – Taller de Liturgia y Música, del 12 al 16 de mayo de 2014, que se llevará a cabo en la Iglesia Alemana del Espíritu Santo, ubicada en Botticelli No. 74,  esq., con Patriotismo, Mixcoac.

El tema principal de este Curso–Taller será:

 La Liturgia de las Horas

 Para desarrollar este tema se abordarán las siguientes materias:

  • Ordenación General de la Liturgia de las Horas. (Importancia, Horas Litúrgicas, Elementos y Ritos).
  • Orar y Cantar los Salmos
  • Características de la música en la Liturgia de las Horas (Repertorio Litúrgico).
  • Principios básicos de solfeo y canto.
  • Principios básicos de la Salmodia cantada o entonada.
  • El Salmo Responsorial en la Eucaristía.

Para cumplir con el objetivo del Curso–Taller y para favorecer el aprendizaje de las materias les ofrezco las siguientes herramientas que ayudarán al mejor desempeño litúrgico–musical de las participantes en sus diversas comunidades:

  • Conferencias.
  • Prácticas de las diversas opciones propuestas en la OGLH para el canto de las Horas Litúrgicas.
  • Formas de orar y cantar los salmos
  • Prácticas de las diversas fórmulas salmódicas (modales y tonales).
  • Técnicas de respiración y vocalización.
  • Prácticas de solfeo y canto en coro.

 

La Cuota de recuperación del Curso–Taller es de $300.00 (trescientos pesos), por hermana. Esta cuota incluye el material sobre el que se trabajará  y se entregará el mismo día del inicio de Curso–Taller (lunes 12 de mayo).  Por cuestiones estratégicas, favor de inscribirse antes del 8 de mayo, mandando un correo electrónico a: sorbeatrizalceda@hotmail.com , con los siguientes datos:

 

Nombre:_________________________________

Monasterio: ______________________________

Orden: __________________________________
Dirección: _______________________________
Teléfono: ________________________________
E-mail: __________________________________

 

EL CURSO–TALLER  ES PARA TODAS LAS HERMANAS, TENGAN O NO CONOCIMIENTOS O NOCIONES DE MÚSICA.  En la medida de lo posible sería conveniente que pudieran asistir las más que se puedan de cada comunidad para que aprovechen al máximo todas las herramientas que se les van a proporcionar para dignificar y ennoblecer las celebraciones litúrgicas de nuestras comunidades.

Si necesitan mayor información no duden en comunicarse conmigo o con la Madre Guadalupe Labarthe.

Segura de contar con su asistencia y en espera de verlas pronto me despido de ustedes, asegurándoles mis oraciones y encomendándome a las suyas.

Fraternalmente,

Sor Beatriz Alceda, O.I.C.

Coordinadora de la Comisión de Música y Liturgia de la UCAM

Carretera San Pablo No. 685, La Cañada, Santiago Tepalcatlalpan, 16310 Xochimilco, México, D.F.

Tel: 2156 – 3402

e-mail: sorbeatrizalceda@hotmail.com

 

Curso-Taller de Liturgia y Música, 2014

Concierto Navideño

Les comparto algunas fotos del pasado Concierto Navideño que ofrecí con el Coro de Pueri Cantores del Santo Niño Jesús ‘de las Suertes’, el pasado 5 de enero de 2014. También les dejo las notas del Programa de mano que elaboré.  Espero les agrade.

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Concierto Navideño

 Luces de colores, musgo, cacahuates, villancicos, piñatas, ponche, nacimientos, pastorelas, arrullos, cañas, velas, colaciones, Nochebuenas, procesiones, escarchas, panderetas, caramelos…

 Cuando escuchamos hablar del Niño Dios invariablemente se nos viene a la mente todo aquello que rodea una época muy especial que tenemos año con año: la Navidad.  Sin embargo, la adoración y veneración al Niño Dios es mucho más antigua de lo que podemos imaginar.  Tenemos datos, ya desde el siglo XIII, que nos narran cómo San Francisco, ingeniosamente hace una representación del nacimiento del Redentor, en lo que sería el primer nacimiento de la historia.  Su objetivo: adorar al Niño Dios, nacido en Belén.  Comenzó así a desarrollarse una gran devoción que tuvo diversas connotaciones en cada época, en cada sociedad y en cada contexto religioso, cultural y hasta político.  Así, hacia el siglo XVII encontramos muy arraigada esta tradición sobre todo en los monasterios femeninos, donde las monjas vertían todo su afecto y su piedad en venerar y cuidar  los Niños Dios que cada una en particular tenía.  En algunos monasterios se hizo costumbre que al momento de hacer su profesión solemne, la monja llevaba con un Niño Dios que ella vestía y cuidaba durante toda su vida religiosa.  Y precisamente en los monasterios del Virreinato se desarrollaron tradiciones fuertemente vinculadas con la devoción al Niño Dios.  Un ejemplo de ello lo encontramos en el Monasterio Autónomo del Dulce Nombre de María y San Bernardo, mejor conocido como ‘El Convento de San Bernardo’.  Desde tiempos inmemoriales los Niños Dios han formado parte de su patrimonio y en torno a su veneración se arraigan tradiciones que van desde la pequeña oración, triduo o novena hasta los arrullos, los cantos y las procesiones.  Los Niños Dios actualmente constituyen una parte importante en la piedad de nuestra vida monacal.

 Y como parte de las tradiciones del monasterio se tienen también tanto los Cantos que preceden a la Navidad, ya sea en el Adviento o en las Posadas, como los Villancicos y Arrullos que se cantan durante la misma.  En la biblioteca musical del monasterio se conservan partituras que en algunos casos superan el siglo de cantarse año con año para celebrar el nacimiento de Cristo.  Y todavía más.   Hay partituras que se guardan desde la época virreinal y que nos hablan de tradiciones y costumbres que todavía siguen vivas entre las hermanas y que el tiempo, con sus más variadas situaciones (Independencia, Exclaustración, Revolución, persecuciones, etc.), no ha podido borrar.

Es así como del repertorio navideño hemos hecho una muy breve selección de piezas, tanto para coro como del repertorio organístico, que nos hacen entrar de lleno en el espíritu navideño y nos dan una pequeña muestra de las tradiciones que laten con fuerza en el monasterio.  Son piezas de todas las épocas pero que significativamente forman un ropaje multicolor que año con año adorna la cuna del Niño Dios.

Sor Beatriz Alceda, O.I.C.

PROGRAMA

  1. Introit: Veni Emmanuel – Pietro A. Yon*
  2. Ven Niño divino – Trinidad Vázquez, S.S.I
  3. Cantemos, cantemos – Ricardo López, S.S.I./Trinidad Vázquez, S.S.I.
  4. Aria Pastorella – Valentin Rathgeber *
  5. Dormidito – T. A. Brambila, F.Sp.S.
  6. Mensaje de ángeles
  7. Joseph est bien Marié – Jean–Francois Dandrieu *
  8. Por el valle de rosas – Miguel Bernal Jiménez
  9. Duérmete ya mi Niño Dios – José Veloz
  10. Adagio del Concierto Grosso, Op. 6 No. 8 en Sol menor – Arcangelo Corelli *
  11. ¡Aleluya, aleluya!
  12. Duerme, no llores – José Guadalupe Treviño, M.Sp.S.
  13. Ofertorio (tema con variaciones) de la Sonata para Navidad – Miguel Bernal Jiménez *
  14. Duérmete Lucero – T. A. Brambila, F.Sp.S.

*Image Piezas para Órgano solo

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Sopranos

Aarón Castro Flores

Karina González Meza

Ieshua Antonio León Martínez

Karol Michael Miranda González

Jesús Sherlin Olivares Martínez

Karen Guadalupe Olivares Martínez

Fredy Rodríguez Rodríguez

Mariana Torres Huerta

Jennyfer Medrano Becerril

Jatziri Medrano Becerril

Mesosopranos

Daniela Castro Flores (Solista)

Margareth Eréndira Becerril Aguirre

Yaír Eduardo De la Cruz Ríos

Carlos Daniel Olivares López

Litzi Danae Ríos Palomeque

Arturo Rivera Morán

María Dolores Rodríguez Torres

Gabriela Ruvalcaba Huízar

Jetzy Ruvalcaba Huízar

Andrea Villegas Romero

Jesús Vladimir Villa Valdez

Ameyali Zavala Pérez

Yoloxochitl Villalpando

Coro de Pueri Cantores del Santo Niño Jesús de las Suertes

Monasterio Autónomo del Dulce Nombre de María y San Bernardo

Orden de la Inmaculada Concepción

 

Directora y Organista: Sor Beatriz Alceda, O.I.C.

Asistente: Yoloxochitl Villalpando Canales

«San Pío X: un Papa músico» (Última Parte)

Syrigma

Por: Sor Beatriz Alceda, O.I.C.

“San Pío X: un Papa músico” (Última Parte)

Riese, Italia, 1835 – Ciudad del Vaticano, 1914

San Pío X 3Ahora bien, la actividad musical del Papa Pío X en la etapa de su pontificado siguió siendo intensa como cuando era Canónigo, Obispo y luego Patriarca de Venecia.  El Motu Proprio es a la vez el Pórtico por el cual entraron las grandes reformas litúrgico-musicales de su tiempo y, a mi parecer, la gema preciosa que corona toda una trayectoria en este campo, piedra angular y documento capital de su pontificado.  Tal vez haya algunos otros puntos en los que destaca San Pío X, sobre todo en esta última etapa de su vida, pero siempre será recordado como el gran reformador de la música y quien asentó las bases para su ejecución: Santidad, belleza o bondad de formas y universalidad… todo un Código jurídico de la Música Sacra.

Durante su pontificado promovió el canto de los fieles en las iglesias y la formación litúrgico-musical en todas las parroquias.  Entre sus documentos, cartas y exhortaciones más destacadas tenemos:

– Carta sobre la restauración de la música sagrada dirigida al Cardenal Respighi, Vicario General de Roma (8 de diciembre de 1903).

– Breve dirigido a Dom José Pothier agradeciendo el envío del Cantus Mariales (14 de febrero de 1904).

– Carta Encíclica ‘Jucunda sane’ publicada en el XIII centenario de la muerte de San Gregorio Magno y en la que recuerda los trabajos realizados por San Gregorio Magno en la creación de la música sagrada (14 de marzo de 1904).

-Carta al Cardenal Arzobispo de Lion sobre la formación del pueblo en el canto gregoriano para su plena participación (21 de abril de 1904).

– Antes de cumplir el año como Vicario de Cristo promulga otro Motu Proprio sobre la Edición Vaticana de los libros litúrgicos en los que se contenían melodías gregorianas.  Nombra una Comisión especial para examinar los trabajos renovación (25 de abril de 1904).

– Carta a Dom Pablo Delette, Abad de Solesmes elogiando el trabajo de Dom Geranger, precursor en las reformas del canto gregoriano.

– Funda la Escuela Superior de Música Sagrada en Roma. (1 de enero de 1911).

– Un mes antes de su muerte manda que la Escuela superior se titule Instituto Pontificio de Música Sacra y que tuviera autorización para conferir diplomas en Canto Gregoriano, en Composición y en Órgano. (10 de julio de 1914).  Hago un breve paréntesis: Miguel Bernal Jiménez, el gran músico moreliano, (y a quien siempre he admirado), estudió en dicho Pontificio y obtuvo el más alto grado en las tres materias.

Está por demás decir que a pesar de tener más de un siglo de promulgación, y después de las reformas del Concilio Vaticano II seguimos buscando la dignificación de las celebraciones litúrgicas y luchando contra situaciones casi análogas.

Ya para concluir quiero transcribir algunas curiosidades de la vida ordinaria de San Pio X que nos comparte Antonio Alcalde:

  1. Por su vivacidad, espontaneidad, ocurrencia, humor burlesco… San Pío X era llamado ‘el rey de la mesa’.  A uno de sus compañeros que se mostraba demasiado académico, le impuso una pequeña multa por cada vez que dijera la palabra ‘lógica’.
  2. Siendo coadjutor en Tómbolo, construyó bastantes relojes de pared, algunos de los cuales existen todavía.
  3. Era obispo de Mantua, cuando se encontró inesperadamente en el pasillo de su palacio, muy de mañana, con un joven sacerdote que iba a realizar ciertos estudios en el archivo y biblioteca de Mantua.  No encontrando a ninguna de las hermanas, bajó a la cocina con el joven sacerdote y preparó el café.  Mientras lo preparaba y tomaban, hablaron largo y tendido.  Aquellos dos interlocutores serían más tarde San Pío X y S.S. Pío XI.
  4. Urbano VIII había ordenado que los Papas habían de comer solos, sin compañía alguna.  Pero a San Pio X le gustaba comer acompañado; como le indicaron la ordenación de Urbano VIII, contestó: ‘Perfectamente, mi glorioso antecesor dispuso que los Papas comieran solos; estaba en su perfecto derecho.  Ahora yo, con igual derecho, impongo lo contrario…’.
  5. Le gustaba bromear con su apellido Sarto (que en italiano quiere decir sastre).  Le recomendaron a cierto personaje para el capelo cardenalicio.  Parecía que él no estaba conforme y dijo: ‘No puedo contestarle.  Soy Sarto (es decir, sastre), no ‘sombrerero’, aludiendo al capelo que se le solicitaba.
  6. Cuando le llamaban Papa Santo corregía inmediatamente la frase diciendo que se equivocaban en una letra: Papa Sarto, no Papa santo.
  7. A comienzos de agosto de 1914, Pío X, muy afectado por el drama de la guerra que acababa de comenzar, cae enfermo de una bronquitis que le llevará a la tumba el 20 del mismo mes, el día de la primera gran batalla de la guerra, en Mohange (Lorena).  Al embajador austríaco, que le pidió una bendición para las tropas austro-húngaras que se disponían a invadir Bélgica, respondió: ‘Yo bendigo la paz’.

San Pío X 4Hay muchas otras cosas que podrían comentarse sobre San Pío X.  Tal vez en otra ocasión abordemos bien el tema de la escuela de Ratisbona y en contraparte el movimiento ‘Cecilianismo’.  También valdrá la pena volver sobre la gran obra realizada por los monjes de la abadía de Solesmes y todo el movimiento que generó previo a la restauración promulgada en el Motu Proprio de 1903.  Con todo, San Pío X será el gran parte-aguas en la historia de la música sagrada y referente obligadísimo en la dignificación de la liturgia.

«San Pío X: un Papa músico» (Parte II)

Syrigma

Por: Sor Beatriz Alceda Pérez, O.I.C.

“San Pío X: un Papa músico” (Parte II)

Riese, Italia, 1835 – Ciudad del Vaticano, 1914

San Pío X 5En 1875 el obispo de Treviso, Monseñor Zinelli, nombró a su secretario de cámara, Giuseppe Sarto, párroco de Fossalunga, además de director espiritual en el seminario y canónigo en la Catedral.  En 1879 quedó vacante la sede de ‘chantre’ en el cabildo de Treviso y fue ocupada por Don Giuseppe.  Siendo canónigo, en 1882 asistió al Congreso de Arezzo.  Allí habían acudido los principales musicólogos y gregorianistas del mundo entero, para unirse con los monjes de Solesmes contra las ediciones de Pustet de Ratisbona que estaban poco conformes con los trabajos ya realizados por los monjes.  En 1884 fue consagrado obispo de Mantua y en 1891 el papa León XIII lo nombró asistente al trono pontificio.   Siendo obispo él mismo llevó durante algún tiempo las funciones de rector, profesor de Teología y Moral y de Canto Gregoriano en el Seminario.  Quería él mismo enseñar a sus seminaristas la grandeza y el respeto debido a las cosas sagradas.  Es más, en las iglesias de la diócesis de Mantua, los sacerdotes debían preocuparse por la dignidad de la música y por lo mismo les pidió que ‘eliminen alborotos indignos’.  ¡Qué difícil encontrar hasta hoy pastores tan dedicados y comprometidos con la formación como lo estuvo San Pío X al frente de sus diversos ministerios!…  Además, Monseñor Sarto no sólo enfocó sus esfuerzos en el plano litúrgico.  Se sabe que trabajó por los inmigrantes y estudió los problemas sociales de su diócesis.  En resumen, trabajó incansablemente por la formación religiosa de los fieles y particularmente del clero, por la reforma del Canto Gregoriano y por las obras de carácter educativo y social.

En 1892 fue nombrado Patriarca de Venecia por el Papa León XIII.  En este punto me voy a permitir de nuevo citar textualmente a Antonio Alcalde en su ponencia de 2003: “En Venecia, como en Mantua, confesaba en las parroquias, comía con sus curas, visitaba a los enfermos y a los pobres, explicaba el catecismo a pequeños y grandes.  Trabajó en las temporadas cuaresmales como un operario más en la viña.  Los nueve años de su estancia en Venecia predicó el retiro mensual al clero.  Entre cualquier grupo de chiquillos podía encontrarse una tarde al Patriarca, como se le podía encontrar con los gondoleros, con los pescadores, o paseando con la gente más modesta.  Pero antes que a nadie entregó a sus sacerdotes sin reservas su gran corazón.  Repetidas veces salió a pública defensa del honor de algún sacerdote en la prensa.  Con frecuencia les decía a sus curas: ‘Fiaos de vuestro obispo’…”

En el plano litúrgico–musical buscó un retorno a las fuentes auténticas del canto gregoriano y organizó en San Marcos de Venecia la salmodia de las Vísperas del Domingo con la participación activa de hombres y niños.  Deseaba ardientemente que toda la asamblea tomara parte en el Ordinario de la Misa.

El 1 de Mayo de 1895 el Patriarca Sarto publica su carta pastoral sobre el canto y la música en la Iglesia.  En realidad, esta carta pastoral tuvo como origen las fiestas del centenario de la consagración de la basílica de San Marcos.  En el conjunto de celebraciones Don Giuseppe volcó sus energías en trazar un programa espléndido que contenía funciones de culto dignamente celebradas, ‘perfumadas en música limpia’ y un banquete amenizado con composiciones musicales nada menos que de Lorenzo Perosi.  Es por eso que en la ya mencionada carta pastoral toma severas disposiciones que más tarde veremos aplicadas a toda la Iglesia.  Y no se contentó con decretar dichas disposiciones sino que creó una comisión encargada de hacer observar estas normas.  Transcribo parte del texto que llama la atención para este espacio: “El canto y la música sagrada deben inflamar la devoción de los fieles por medio dela melodía y disponerlos a aceptar con mayor presteza en sí mismos los frutos de la gracia propios de los santos misterios solemnemente celebrados.  En consecuencia, la música sagrada, por la estrecha relación que tiene con la liturgia y con el texto litúrgico, debe participar en grado sumo de aquellas cualidades que son propias de este contexto y que pueden reducirse a tres principales: la santidad, la bondad del arte y la universalidad.”  Como podemos ver, esta carta pastoral es muy importante porque es ya un esbozo del Motu Proprio que promulgaría ocho años después y que para algunos de nosotros, el texto nos es ampliamente conocido.

Otra situación con la que tuvo que hacer frente el futuro Papa fue el conflicto con la escuela de Ratisbona.  Había en algunas regiones europeas toda una tendencia (y me atrevo a decir que, a pesar de las investigaciones, todavía sigue esa tendencia) de ejecutar el canto llano, sobre todo en su acompañamiento, con abundancia de acordes de forma que se pierde toda lógica en su fraseo y en sus líneas de expresión.  Ya desde 1833, Dom Prosper Guéranger, abad de Solesmes, rechazó lo que él llamaba el ‘martilleado’ del canto llano.  Él, junto con sus sucesores – Pothier, Mocquereau, y Gajard –, probaron que hay toda una riqueza de fluidez y vitalidad en el Canto Gregoriano y que era falso el fundamento silábico que había en la edición vaticana.  Es por eso que, cuando Pío X fue electo Papa, la restauración del canto gregoriano estaba muy avanzada fuera de las fronteras de Italia.  En este país fue más compleja la restauración debido a su fuerte influencia y tradición teatral y que durante décadas se había extendido en las iglesias y parroquias.

Y es que en realidad, desde el siglo XVIII y todo el siglo XIX la Iglesia fue bastante tolerante con respecto a la música.  La tendencia del ‘estilo teatral’ imperaba en la mayor parte de Europa a pesar de haber sus honrosas excepciones.  Tenemos por ejemplo en España el Padre Benito Jerónimo Feijóo (1676 – 1764), que en sus discursos y ensayos hacía una crítica de lo que se oía en su tiempo en las iglesias; el Rey húngaro, José II (el llamado rey sacristán a pesar de que hizo reformas poco agradables en la Iglesia católica de su imperio),  prohibió las misas con orquesta y mandó hacer un cancionero popular religioso al estilo de los luteranos.  Tenemos otra ilustre excepción: Camile Saint–Saëns (1835 – 1921), organista en París.  Se dice que “fue rogado por su párroco para que cambiara su repertorio severo, puesto que el público que concurría a la iglesia era el que frecuentaba la ópera cómica.  Saint–Saëns contestó al párroco: ‘Señor párroco, cuando yo vea que en el altar hacen lo que en la ópera cómica, tocaré como en la ópera cómica; pero mientras no sea así, no cambiaré de modo de tocar.”

 Hubo tal teatralización de la música en la liturgia, sobre todo en Alemania del Sur y en Austria, que precisamente en esta región nació una corriente que contribuirá e impulsará el retorno a la ‘música sagrada’.  Si nos atenemos a los datos que nos proporciona Antonio Alcalde, “el término ‘Música Sagrada’ apareció por primera vez en un documento eclesiástico, en el Sínodo provincial de Colonia en 1860, y la corriente culminará en 1868 con la fundación por el P. Franz Witt de la Unión General Ceciliana que recibirá desde 1870, con el papa Pío IX, la aprobación oficial de la Santa Sede”.

Los puntos más importantes de esta corriente eran: la distinción total de la música sagrada de la profana; es la que es apta para la majestad de los ritos; la música antigua constituye la auténtica e insuperable música sagrada de la Iglesia y en ella, eminentemente, el canto gregoriano y la polifonía de P. L. Palestrina.  Por lo tanto se rechazarán obras de los siglos XVII y XVIII por no ser gregoriano puro o la polifonía de Liszt y otros contemporáneos por su cromatismo.  Por eso llaman tanto la atención las obras de Lorenzo Perosi, por su estilo a la Palestrina en pleno siglo XX.  Hay que anotar sin embargo, que el papa Pío XII en 1958 amplía considerablemente el concepto de ‘Música Sagrada’ y permite en ello el canto gregoriano, la polifonía sacra, la música sagrada moderna, la música para órgano, y algo verdaderamente novedoso: el canto popular religioso y la música religiosa (Pío XII, Instrucción No. 4).

San Pío X 3Tenemos pues que solamente alguien como Don Giuseppe Sarto siendo ya el Papa Pío X pudo reaccionar con fuerza contra el ‘estilo teatral’ sobre todo el italiano, y lo hizo inmediatamente después de su entronización con la promulgación de su Motu Proprio el 22 de noviembre de 1903.  En este documento tenemos ya la importancia y función de los coros en la liturgia, el destierro total de las formas teatrales y todo aquello que tenga esas reminiscencias.  A mi juicio, uno de los párrafos más importantes del documento es éste:

“Nada, por consiguiente, debe ocurrir en el templo que turbe, ni siquiera disminuya, la piedad y la devoción de los fieles; nada que dé fundado motivo de disgusto o escándalo; nada, sobre todo, que directamente ofenda el decoro y la santidad de los sagrados ritos y, por este motivo, sea indigno de la casa de oración y la majestad divina”. (Motu Proprio, Introducción)…

Continuará…

«El Concierto en Santa Prisca»

Syrigma

Por: Sor Beatriz Alceda Pérez, O.I.C.

 

“El Concierto en Santa Prisca”

 concierto Taxco, 2013 imag 1

El pasado 12 de octubre de 2013 ofrecí un Concierto en el marco del V Festival de Órgano de Santa Prisca, en Taxco, Guerrero.  No tengo costumbre de narrar este tipo de acontecimientos y menos si son casi personales pero en esta ocasión quiero compartir con todos algunos detalles tanto por los que no pudieron asistir como por los que me van siguiendo a través de estas publicaciones en la web.

El Programa estuvo conformado por piezas medianamente sencillas, de diversos compositores y de diversas épocas.  Esto con el fin de hacer accesible y digerible las piezas del repertorio organístico a todos los que me acompañaran sobre todo si no están familiarizados con la música de concierto.  El órgano de Santa Prisca es un instrumento barroco del siglo XVIII, totalmente construido conforme a la escuela española como casi todos los órganos tubulares históricos que tenemos en nuestro país (México).  Es de un solo teclado con registros partidos, es decir, de la tecla central hacia la derecha suenan con unos registros (hileras de tubos con diversos sonidos), y de la tecla central hacia la izquierda suenan con otro tipo de registros.  Hay que tener buenos conocimientos tanto de los múltiples registros como del repertorio organístico, para poder seleccionar adecuadamente las piezas que se van a ejecutar porque, debido a las características tan específicas de este tipo de órganos, no todo puede ser tocado, ni tampoco todo suena bien.

Les transcribo a continuación, junto con los títulos de las obras, todas las notas del programa que elaboré y que fueron leídas antes de cada pieza mientras yo aprovechaba esos espacios para colocar los registros del órgano.  Estas notas nos ayudan a introducirnos en lo específico de cada pieza y nos orientan en cuanto a su temática y su interioridad.

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Notas al Programa

  1. Gran Plein Jeu de la Suite en Primer Tono
  2. Basse et Dessus de Trompette de la Suite en Primer Tono

Louis – Nicolas Clérambault (1676 – 1749)

“Al entrar a un templo ocurre una especie de milagro: pasamos del mundo profano de nuestra existencia al mundo de lo sagrado; ingresamos al espacio y al tiempo de la divinidad…  Incluso los no creyentes pueden llegar a sentir algo distinto en un espacio sagrado, que los lleva a guardar silencio y asumir una actitud diferente a la habitual…”  (José Antonio Robles Cahero: Sonido, silencio y espacio: la música sacra y la arquitectura). 

Las presentes obras con las que abro este concierto son una selección de piezas típicas de la literatura organística francesa. La primera es una gran obertura con aire maestoso y solemne que perfectamente nos introduce en el ámbito del gran Dios, Rey y Señor.  La segunda pieza es una especie de duelo de voces.  La voz grave, en contraste con la aguda, hace gala de su virtuosismo y nos ofrece su canto muy al estilo de la corte francesa del siglo XVIII.

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1. Sonata en Modo I  d’Intavolatura per Organo e Cimbalo:

Verso I

Verso II

Verso III

Verso IV

2. Pastoral

         Doménico Zípoli (1688 – 1726)

Doménico Zipoli fue un compositor italiano nacido en el barroco del s. XVII.  Después de hacer estudios musicales ingresó en la Compañía de Jesús en Sevilla desde donde partió hacia América del sur para proseguir sus estudios y ordenarse sacerdote, cosa que nunca logró debido a su muerte prematura.  Sin embargo gran parte de las obras que escribió son sencillas, sin pretensiones y al parecer para escuchas no familiarizados con estructuras europeas.  Estas piezas son un ejemplo de ello.  Lo más probable es que hayan sido compuestas para evangelización de los pueblos andinos.  En esta ocasión escucharemos dos piezas de una pequeña colección de obras para órgano o clavecín.  La primera está subdividida en cuatro pequeños versos y la segunda es una Pastoral.  Las Pastorales eran piezas del repertorio típico de la Italia de los siglos XVII y XVIII, para el tiempo de Navidad.  Éstas reflejan el gozo y la paz por el nacimiento del Salvador, expresados en el ritmo de siciliana que tiene la 1ª. y la 3ª. parte.  A diferencia de otras pastorales, ésta incluye una parte central con ritmo más vivo y festivo que nos sugiere al pastorcillo que con su flauta brinca y se regocija por la llegada del Salvador.

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Marcha para trompeta

Anónimo

Una pequeña pieza que nos permite apreciar las posibilidades del órgano en sus registros llamados ‘de trompeta’ que en órganos estilo español son los tubos horizontales que frecuentemente están sobre la cabeza del organista.

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Voluntario V

Adagio

Andante Largo

Moderato

         Charles John Stanley (1712 – 1786)

El nombre de “voluntario” es el equivalente del tiento español y del ricercare italiano, es decir, una pieza frecuentemente con carácter de improvisación en que el autor busca, tantea, prueba lo que se puede hacer con un tema;  en algunas ocasiones va seguido de una especie de fuga, lo que lo convierte en un equivalente de los Preludios y Fugas de la escuela alemana.  En el caso de la presente obra Stanley nos presenta la estructura de una Sonata ‘de Iglesia’ cuyos movimientos lento-allegro-lento varían de la Sonata tradicional (allegro-lento-allegro).  Las sonatas ‘de Iglesia’ llegaron a su pleno desarrollo con el músico italiano Marcello Benedetto (con movimientos lento-allegro-lento-allegro), y se propagaron con rapidez por toda Europa.

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  1. Sanctus de la Misa IX Gregoriana ‘Cum Iubilo’
  2. Elevation sobre dos temas del Sanctus de la Misa IX ‘Cum Iubilo’

Dom Paul Benoit, O.S.B. (1893 – 1979)

Escucharemos primero todo el Sanctus gregoriano de la Misa IX  ‘Cum Iubilo’ dedicada a la Virgen María, armonizado de manera muy sencilla.  Al terminar escucharemos la Elevation, pieza con temas gregorianos, tomados del mismo Sanctus.  Estas ‘Elevaciones’, eran habitualmente ejecutadas en la misa durante la Consagración hasta antes del Concilio Vaticano II.  En la presente pieza tenemos al principio una pequeña célula del primer Sanctus gregoriano que se va repitiendo con variantes, como para reafirmar que sólo Dios es ‘Santo’; lo mismo sucede en el segundo tema que es parte del Benedictus gregoriano  y nos sugiere que sólo Dios es el ‘Bendito’.  En la parte final se fusionan los dos temas de manera magistral, dejándonos en un ambiente de eternidad.

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  1. Kyrie
  2. Sancta María in Cosmedin
  3. Ite, Missa est

Miguel Bernal Jiménez (1910 – 1956)

Tres piezas de del libro de ‘Catedral’ que es una colección de piezas compuestas por el músico moreliano Miguel Bernal Jiménez.  Su factura es de ejecución medianamente sencilla y para órganos o armonios con  pocos registros.  La verdadera riqueza de estas piezas está en su expresividad en la ejecución.  Personalmente, es costumbre mía incluir piezas de este gran maestro en mis programas de concierto, y esta ocasión no sería la excepción.  Primero tenemos ‘Kyrie’ que es la triple súplica de la misericordia de Dios evocado en la triple repetición del tema principal.  Sancta María in Cosmedin nos evoca uno de tantos templos europeos dedicados a la Virgen María y que nos produce una sensación de nostalgia y amor marianos.  La última pieza es el Ite, missa est.  Pequeña frase que significa “Ésta es la despedida”.  Con estas palabras se despedía a la asamblea al terminar la Misa católica hasta hace unos 50 años.  Pequeño también es el tema de esta pieza que se va desarrollando muy sencillamente, casi con timidez y que al concluir nos deja envueltos en un ambiente de sosiego y paz, como cuando termina la celebración litúrgica.

concierto Taxco, 2013 imag 6Como anotaba más arriba, la selección de piezas la hice tomando en cuenta los registros del órgano, sus características y sus posibilidades.  Busqué en todo momento que fueran piezas del repertorio sacro y que en su ejecución se explotaran al máximo los diferentes sonidos del instrumento.  Hay que hacer notar que tiene una muy buena trompetería, que son los tubos colocados de forma horizontal, muy a menudo por encima de la cabeza del organista, y cuyo sonido es mucho mejor apreciado desde el centro de la nave del templo que desde el coro mismo.  El órgano de Santa Prisca ha pasado por un buen proceso de restauración y aunque todavía le faltan algunos detalles, es una experiencia exquisita poder tocarlo y disfrutar cada uno de sus sonidos.

Imagen Al terminar el concierto, el público pidió la tradicional ‘propina’…  Toqué el famoso ‘Ofertorio’ del ya mencionado Doménico Zípoli, con ayuda de mi buen anfitrión y organizador artístico, Sebastián Hernández, que hizo de ‘bordón’ y que en todo el concierto me apoyó con la registración.  Fue un éxito rotundo: la ovación estalló para sorpresa mía… Bajé del coro y agradecí a todos sus efusivos aplausos y el haberme acompañado en uno de los pocos conciertos que me es posible dar…

Les pongo a continuación dos párrafos tomados de documentos del magisterio sobre la Música Sacra y que también incluí en las notas del programa.

“Entre los instrumentos a los que se les da entrada en las iglesias ocupa, con razón, el primer puesto el órgano, que tan particularmente se acomoda a los cánticos y ritos sagrados, comunica un notable esplendor y una particular magnificencia a las ceremonias de la Iglesia, conmueve las almas de los fieles con la grandiosidad y dulzura de sus sonidos, llena las almas de una alegría casi celestial y las eleva con vehemencia hacia Dios y los bienes sobrenaturales”.  (Músicae Sacrae, No. 18).

 “Es absolutamente indispensable que los organistas y demás músicos posean no sólo determinada pericia para tocar los instrumentos a ellos confiados, sino que además conozcan y penetren el espíritu íntimo de la Liturgia, a fin de que aun cuando tengan que ejercer su función improvisadamente, consigan embellecer la sagrada celebración, conforme a la verdadera naturaleza de cada una de sus partes, y hagan más fácil la participación de los fieles”  (Músicam Sacram, No. 67)

concierto Taxco, 2013 imag 5 

Quiero terminar con una frase del maestro Miguel Bernal Jiménez que siempre hago mía y con la que me gusta mucho concluir mis publicaciones: “Por doquiera te escucho y te persigo amada Voz de la Belleza increada.  Y voy en pos de Ti como un eco lejano y torpe, dulce y obediente.  En mi pecho arde un secreto anhelo, Señor, que mi canto sea agradable a Ti y también a los hombres…

 Sor Beatriz Alceda, O.I.C. 

Organista y Directora de Coro

 

¿Sólo así he de irme?,

¿como las flores que perecieron?;

¿nada quedará de mi nombre?,

¿nada de mi fama aquí en la tierra?:

¡Al menos flores, al menos cantos!

 (Cantos de Huexotzingo)